El fútbol es un deporte de 11 contra 11 en que siempre gana Alemania. Ésa más o menos podría ser la descripción de lo que vienen siendo las actuaciones de los germanos en las grandes citas. Ayer se volvió a repetir. Turquía acudió a un partido de semifinales con lo justo, mermado por las bajas, tanto por sanción como por lesión, ante un conjunto alemán que repitió el mismo once titular que eliminó a Portugal en los cuartos de final. Sin embargo esta vez la jugada le salió rana a Joachim Low y fueron los otomanos los que dominaron el encuentro de principio a fin, jugando el balón por el suelo, moviéndolo bien y con mucha ambición.
De esta manera llegó el primer gol, bien pronto, a penas pasados los 20 minutos. Una buena jugada por banda derecha tras un saque de banda de Turquía acabó en un remate al larguero y un posterior rechace que Ugur Boral remató de muy mala manera, pero que entró dentro de la portería tras una serie de despropósitos del portero alemán, Jens Lehmann. Se hacía justicia y los de Fatih Terim se adelantaron en el marcador, pues ya habían tenido alguna clara ocasión minutos atrás, incluso un larguero de Cassim Kazim. Pero la reacción alemana no se hizo esperar y sólo cuatro minutos después, una gran jugada de Podolski -otra vez- por banda izquierda le permitió colocar el balón en el punto de penalty y Schweinsteiger lo remató de manera magistral fuera del alcance de Rustu, tal y como hicieron en el encuentro anterior ante Portugal.