Cómo vi el Barcelona Xerez

Ayer estaba realmente nerviosa. Los que apostáis sabéis que hacer un pronóstico no es fácil, y por muy probable que parezca una apuesta, el riesgo siempre es alto.

Y bueno, una apuesta normalmente es sólo dinero… Yo soy de las que piensan que cuando te la juegas debes dar el dinero por perdido. Así me ahorro disgustos, y cada vez que gano es una alegría. Pero ayer…

Ayer había algo más importante que el dinero en juego.

Llegué a casa de Laia, mi amiga catalana de la que os hablé ayer, dándole vueltas a esta idea en la cabeza. Quise ver el Barcelona Xerez en su casa porque ella es una chica tranquila, y pensé que me vendría muy bien tener a alguien a mi lado que me serenase un poco, fuera como fuera el partido. Y bueno, su tele gigante y el comodísimo sofá de piel de su lujoso salón también me animaron.

Mientras nos poníamos cómodas y arrancaba el partido, le comentaba a Laia que para mí acertar con el pronóstico significaba inaugurar el blog con buen pie, tener algo de credibilidad, ya que mis primeros lectores se sentirían decepcionados si al llegar al blog vieran que había empezado perdiendo la apuesta. Ella me decía (no sé si para consolarme o porque realmente lo pensaba) que si el pronóstico estaba bien razonado daba un poco igual acertar o no, porque todo el mundo sabe que en una apuesta siempre hay mucho azar y suerte.

En ese momento Xavi lanza un balón largo, Jeffrén controla el balón ya dentro del area, se resbala, hace un regate en el suelo mientras se levanta (¡!), encara al portero y marca.

¡GOOOOL!

No es que sea del Barça, pero había apostado a que se marcarían dos goles o más en el primer tiempo. No pude evitarlo. Grité emocionada, y me abracé a mi amiga con tanta fuerza que casi la ahogo. Un gol antes del primer cuarto de hora siempre anima el partido, y mi teoría de que el Barça iría a por todas desde el inicio resultó ser acertada.

A partir de ahí me puse más nerviosa todavía. La jarra de agua que me colocó mi amiga en la mesita que tenía delante del sofá para que fuera bebiendo bajó a la mitad enseguida, y los siguientes minutos fueron de infarto para mí.

Cuando diez minutos después Ibra le hizo el pase de la muerte a Henry, me volví loca de contenta: ¡Mi pronóstico se había cumplido! Os podéis imaginar: Gritos, saltos, abrazos. Hacía tiempo que no cantaba un gol con tanto entusiasmo, y acabé tropezando y tirando al suelo la bandeja con los vasos y la jarra de agua.

Mientras mi amiga limpiaba el estropicio, yo seguía con la fiesta, y más aún cuando enseguida el Xerez marcó otro gol… Supongo que el escándalo fue de aúpa, porque subieron dos chicos que viven en el piso de abajo a ver qué estaba pasando…

Eran guapos y simpáticos, y yo estaba muy contenta, así que los invitamos a ver el partido con nosotras.

Me lo pasé genial.

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